
EL DESCANSO: ACTIVO Y PASIVO

Hay dos tipos de descanso en cualquier fase de entrenamiento.
En la famosa "ecuación del bienestar" queda reflejado que el ejercicio físico, si no va acompañado por una alimentación sana y adecuada y un descanso óptimo, no conseguirá el objetivo planteado por mucho esfuerzo que hagamos.
A veces no somos conscientes de la importancia de las funciones fisiológicas del descanso para nuestro organismo, aparte de las evidentes de reposo y reparación existen otras como por ejemplo funciones de aprendizaje.
A veces cometemos el error de tomar como referencia a atletas, ciclistas o deportistas en general de alta competición sin pararnos a pensar que la mayoría de ellos están sobreentrenados y que la gran mayoría de la población no tiene ni sus aptitudes físicas, ni la absoluta dedicación a la competición, ni las ayudas médicas o de suplementación que poseen dichos deportistas de élite. Pero para evitar el sobreentrenamiento y por tanto las lesiones, y regenerar nuestro organismo y hacer que una vez descansados, rindamos más, debemos instaurar en nuestro entrenamiento un apartado para el descanso.
A la hora de plantearnos nuestra rutina de entrenamientos y establecer los días que vamos a realizarla, sea cual sea nuestra condición física, el ejercicio y su intensidad, tenemos que tener claro que dentro de ese entrenamiento vamos a incluir jornadas de descanso activo y de descanso pasivo. Vamos a explicar un poco cada concepto:
- Descanso Pasivo. También llamado descanso total, es cuando no realizamos ningún tipo de actividad física. Es primordial incluir mínimo un día a la semana de descanso pasivo para rendir mejor en nuestra actividad física futura.
- Descanso Activo. Es aquel en el que nos ejercitamos pero a un menor ritmo de lo habitual, con una baja intensidad tanto muscular como cardiovascular. Son los llamados entrenamientos de regeneración o recuperación activa. Este tipo de descanso es fundamental para el organismo y con él no ganamos ni fuerza ni resistencia, simplemente regeneramos. Debemos introducir uno o dos días de descanso activo a la semana. Por ejemplo el día después de haber realizado un esfuerzo físico importante o un entrenamiento mas duro de lo normal, podemos sufrir dolores y/o calambres en las zonas trabajadas, que atenuaremos con este tipo de ejercicio de baja intensidad, ya que haremos que el flujo sanguíneo vuelva a esos músculos ayudando a limpiar los residuos, mientras oxigenamos y proporcionamos nutrientes a nuestra musculatura. Evidentemente el tipo de descanso activo variará en función de la actividad física que estemos realizando, de nuestro nivel físico y de la intensidad de nuestro entrenamiento.
Una parte fundamental del descanso es dormir bien, durmiendo lo necesario tendremos más energía durante el día y nuestros entrenamientos serán de mayor calidad, dormir bien no solo ayuda en el deporte, ya que un correcto descanso nos proporcionará mayor calidad de vida. Descansando reducimos el estrés producido por el ejercicio y aumentaremos la producción de testosterona, hórmona básica para el deportista.
Por todo ello es lógico establecer en una semana de entrenamiento dos o tres días destinados al descanso, ya sea activo o pasivo. La planificación del entrenamiento y por lo tanto del descanso variará dependiendo de nuestros objetivos, nuestra aptitud y actividad física, lo recomendable es consultar a un profesional que te lo indique. A modo de recomendación, es necesario tener el cuerpo descansado y fresco para realizar la actividad física que tengamos programada, el tiempo que necesitemos para ello nuestro cuerpo nos lo indicará. Evitar saturaciones y sobreentrenamientos nos ayudará a prevenir las lesiones y el estrés.